Durante tres días, en solitarias carreteras de Colombia, aparecieron cuerpos torturados, mutilados y perforados a balazos de bellas adolescentes. La Policía aseguró que todas ellas eran mujeres que habían compartido noches de lujuria con el capo narco y los sicarios del Cártel de Medellín. La tenebrosa trama de una masacre que incluye perversión, niñas vírgenes, millones y delatores.
Pablo Escobar Gaviria estuvo en la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes. Murió en Medellín el 2 de diciembre de 1993, un día después de haber cumplido 44 años.
«Niñas pórtense bien, no sean mal habladas que por eso es que las matan», les decía a sus amantes ocasionales después de tener sexo y mientras daba dos o tres pitadas a un cigarrillo de marihuana. Pablo Escobar Gaviria no mentía. Para las delatoras no había piedad.
«Era amable, sereno, de pocas palabras y se portaba como un caballero. Daba consejos casi como un padre y nunca hablaba de sus problemas», reveló al periódico El Tiempo en 1991 una jovencita que compartió noches de sexo con el jefe del Cártel de Medellín.
La niña fue una de las dos sobrevivientes de una masacre de 49 mujeres perpetrada por el cártel de la droga en los años más sangrientos de Colombia.
«A una amiga mía le hicieron una cruz de tiros en el cuerpo. La encontraron por la carretera. La habían torturado, ¡qué pecado!… A esa muchacha la acusaron de que sabía de los enemigos de Pablo. Y quedamos solo dos: yo y La Llorona«, dijo mientras se persignaba y agradecía estar viva.
«¿Por qué Pablo las mató?«, quisieron saber los periodistas colombianos.
Casi justificando el trágico final de sus compañeras, la muchacha respondió: «Si hablabas o delatabas, estabas muerta.Hay peladas que se buscaron la muerte por escuchar conversaciones que no debían y contar todo lo que oían. Para seguir viva había que mantener la boca cerrada, y ellas no supieron hacerlo«.
Las niñas vírgenes
El cuerpo de la bella joven –semidesnuda y muy maquillada– estaba al costado de una carretera que llevaba a Medellín. Su torneada figura había recibido 28 impactos de bala. El asesino había disparado formando una cruz del sexo a la barbilla y sobre el pecho de la niña.
Esta pelada no llega a los 15, dijo uno de los policías que encontró el cadáver. Seguro, si es una de las ‘palomas blancas’ del patrón, aportó su compañero. No se equivocaban. La víctima era una de las muchachas de barrios humildes que Pablo Escobar Gaviria buscaba para sus orgías.
Pablo y su amante Virginia Vallejo, presentadora estrella de la tevé colombiana
Todo el mundo sabía que el capo del Cártel de Medellín tenía debilidad por las niñas vírgenes. «De 14 a 17 años», aclara en su libro Operación Escobar el premiado periodista colombiano Germán Castro Caycedo. Para llegar a ellas había reclutado un grupo de apuestos jóvenes, a quienes llamaba Los señuelos, que iban detrás de estas muchachas con la orden de seducirlas para llevarlas finalmente a tener su primera relación sexual con el capo narco.
Antes de arrojarlas a los brazos del Patrón, les ponían delante de sus asombrados ojos adolescentes un fajo de billetes que ellas jamás podían soñar en toda su vida. Pablo se reía junto a sus sicarios: «Al ver los billetes pierden la brújula».
Las otras amantes, «las mayorcitas» que él invitaba a sus bacanales en el lujoso apartamento que tenía en El Poblado, eran modelos, candidatas a reinas de belleza y aspirantes a actrices de televisión.
A las mujeres no les atraía solo el dinero de Pablo. Las muchachas habían escuchado que el Patrón era un buen marido –casado con María Victoria Henao Vallejo, la Tata, el amor de su vida- un padre amoroso -de Juan Pablo y Manuela– y un amante generoso -de misses colombianas, como Elsy Sofía Escobar Muriel y Wendy Chavarriaga Gil-.
Escobar y María Victoria Henao, su esposa: se conocieron cuando ella tenía 13 años y él, 24.
«Es un hombre que protege, un hombre de confianza. Si Pablo promete algo, lo cumple», comentaban las chicas. De alguna manera, muchas soñaban con encontrar un Escobar para sus vidas, un Patrón que las convirtiera en verdaderas reinas.
Otras, más realistas, imaginaban que las podía ubicar en un un noticiero de horario central o conseguirles algún papelito en una tira de la tevé colombiana. Escobar tenía contactos, y una de sus amantes era Virginia Vallejo, la presentadora más importante de la televisión y del cual él estaba perdidamente enamorado.
«Pablo cuida a sus mujeres», decían en el Cártel. Lo que nadie decía era que también podía mandar a asesinarlas con la misma fiereza con que las enredaba entre sus sábanas.
49 muertas en las carreteras
Fue el comandante Hugo Heliodoro Aguilar Naranjo, que se adjudicó haber matado al Patrón el 2 de diciembre de 1993, quien denunció una «sangrienta matanza de mujeres que habían compartido noches de lujuria con Escobar perpetrada por el Cartel del Medellín«.
El militar, considerado durante décadas un héroe en Colombia, había dedicado años a esta cacería humana que le llevaba todas las horas de su vida. Sin embargo, su estrella se apagó cuando los negocios sucios y su relación con los paramilitares llegaron a la Justicia. En febrero de 2018 fue capturado por las autoridades colombianas bajo cargos deenriquecimiento ilícito, lavado de activos y colaboración con paramilitares. Venía de cumplir cuatro años, de una pena de nueve en prisión, por haber integrado «grupos para». A eso se sumaba el hecho de haber sido acusado de robar la mítica pistola Sig Sauer del líder narco, cuando este cayó muerto en un tejado de Medellín en medio de una feroz persecución policial.
De ser un militar respetado, se transformó en un personaje oscuro, obsesionado por Escobar y por el dinero.
Debe estar conectado para enviar un comentario.